martes, 25 de enero de 2011

Te han Dicho, "Todas las cosas te ayudan a bien"...que tan cierto es?

Muchas veces ante las circunstancias de la vida, nos acordamos o nos recuerdan ciertos versículos, como este de Romanos 8:28a:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas la cosas les ayudan a bien”
Para nada me quiero tomar una actitud altiva, pero siempre que escuchaba que me decían esto, me quedaba dando vuelta la segunda parte del versículo…si, aún no termina, y dice así:
“esto es, a los a los que conforme a su propósito son llamados”,
Esto convierte esta frase en que ciertos momentos de dolor, angustia, tristeza le ayudan a bien a los que están detrás del propósito de Dios.
No ese propósito que Dios quiere para tu vida, sino aquel por el cuál naciste y tienes vida.
La versión NVI, en esa misma frase dice “los que han sido llamados de acuerdo a su propósito”. Entonces no a todos las cosas nos ayudan a bien. O como dice el mundo, “Dios sabe porque hace las cosas”.
Es que las cosas se sujetan a los designios de Dios y se los hace perfectos a quienes tienen su propósito claro o medianamente visionado o no lo saben aún. Pero  los que no les interesa, esta frase se anula...es un tema de propósito.
Y como Pablo les habla por lo tanto a los que conocen o están en busca de su propósito, el Espíritu Santo le coloca los siguientes versículos para escribir.
29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

El Apóstol Pablo comienza a explicar que para alcanzar a comprender que todo es para bien, debes comprender el propósito de Dios, y ahí se explicar el hecho que somos una estirpe, una genética de gente tratada y convencida de que todas las cosas nos ayudan a bien. Jesucristo surge aquí como la figura del primogénito y ya no es unigénito, si no que por medio de él, viendo su vida, sacrificio, muerte y resucitación, se hace el primero, pero no el último de una familia que Dios comienza a formar, los predestinó a la revelación del PORQUÉ de toda la muestra de amor de Jesucristo por nosotros, dándonos ejemplo que nuestros sufrimientos y aflicciones se hace pequeñas, pero no por eso no importantes, sino que viendo a Jesús, él obtuvo lo que buscaba en la Tierra, obtener el nombre de Cordero de Dios, para que por medio de su sangre, fuéramos salvos de con este sacrificio y ninguno más.
Nos predestinó, y nos llamó, nos justificó y por medio de nuestra vida, circunstancias, dolores, aflicciones, risas y alegrías, él nos glorificó…o sea, nos mejoró, nos evolucionó.

Todo esto toma fuerza con las siguientes palabras del Apóstol Pablo.
31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 
Al ser coparticipes de sus alegrías y tristezas en pos del supremo llamamiento, Dios nos glorifica para…para qué? ¡¡¡¡PARA EL POPRÓSITO!!!!
Por lo tanto, como nos hace parte de su equipo, “Que diremos a esto” dice Pablo, Si el mundo nos humilla, habla mal de nosotros, ensucia nuestro nombre, o sufres enfermedad, aflicción, dolor, siendo que todo esto ya lo sufrió Jesucristo y si triunfó, cuanto más para nosotros. Si Jesucristo en el más injusto juicio y en el más sangrienta tortura, salió triunfante a causa de cada una de las circunstancias, incluso podemos decir que si no fuera por esos dolorosos momentos, no sería un sacrificio completo, aun así, triunfó.
Por lo tanto si Dios estuvo con Él y triunfó, ¿quién contra nosotros?. Si ya nos entregó a Su Hijo, porque no nos va a dar todas las cosas, siendo Su Hijo lo más preciado de su Corazón.
33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Por lo tanto, todas las circunstancias se sujetan  si están bajo el propósito por el cual fuimos creados. Si es así  
¿Te están acusando?, Dios te justificará. Jesucristo mismo está en este momento justificándonos, por cada segundo de vida, Jesús está a la diestra del Padre hablándole de nuestro propósito en su Plan Maestro y perfecto.
¿Entonces existe algo que nos pueda sacar del propósito, siendo que lo conocemos día a día estando en su presencia?
Tribulación: Congoja, pena, adversidad, dolor por muerte de familiares
Angustia: temor por casusas no precisas. Crisis de pánico, depresión
Persecución: te apuntan con el dedo, te marginan de decisiones por ser Cristiano. Discuten tis conceptos de lo que es bueno o malo.
Hambre: sin provisiones, sin trabajo, te van a despedir
Desnudez: tu familia te dejó, tu marido o esposa te engañó, eres el único cristiano en tu casa.
Peligro: persecución, amenazas, maltrato familiar, maltrato psicológico, maltrato laboral.
Espada: estas en la cárcel física, o la justicia te persiguen por consecuencias.
Por sobre todas estas cosas, NINGUNA te debe sacar de tu propósito
36 Como está escrito: 
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; 
Somos contados como ovejas de matadero.
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

NADA, NADA, NADA te puede sacar de tu Propósito.
Cada día morimos al propósito de nuestra carne,  y anhelamos más el propósito de Dios en nuestras vidas. Cueste lo que cueste, al precio que sea.
Ni las cosas más grandes a nuestro ojos naturales nos deben hacer cambiar el rumbo del propósito, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada. Porque aquel que creó la creación, no cambia, tu propósito tampoco cambia. Teniendo Él el poder de cambiar tu propósito, tampoco lo hace, por que hace las cosas perfectas.

La pregunta que nos queda es:
¿Estás caminando en el propósito de Dios para que todas las cosas te ayuden a bien?

Bendecidos

Rodrigo Rubilar Cuevas

Twitter:
@RodrigoRubilarC